La primera parte del texto: “La religión en la lengua”

La religión en la lengua (Parte 1)

Introducción

La lengua es parte integral de una cultura. El español no es sólo un conjunto de palabras y reglas gramaticales, sino también es la expresión de las vivencias y creencias de los pueblos que lo hablan y lo desarrollan. Por eso, es habitual encontrar en él esos rasgos de la cultura que lo sostiene. Uno de esos rasgos es la religión. Cuando España conquistó y colonizó las Américas llevó consigo su lengua y su religión.  El resultado es que la religión preponderante en la sociedad y en la lengua española de los latinoamericanos es la religión católica. Hoy en día, aun cuando un hispanohablante ya no sea católico (aunque la mayoría todavía lo es), usa expresiones y giros lingüísticos originados en la religión católica, sus ritos y sus costumbres.

Dios en la lengua

Comencemos con la palabra Dios. Está presente en muchas expresiones cotidianas del español. Desde un simple “¡Dios mío!” -expresión de sorpresa, desconcierto o temor- hasta elaboraciones más complejas que dependen de la imaginación del hablante: “¡Santo Dios!”, “¡Dios Todopoderoso!”, “¡Que el Santísimo me ampare!”, “¡Señor de los cielos!”, etc. Estas expresiones también reflejan emociones fuertes relacionadas con el temor, la sorpresa y el desconcierto. Santo, o su versión superlativa santísimo, es un calificativo que se usa normalmente para referirse al Dios católico. No hay nadie más Santo que Él. Decir “el Santísimo”, es referirse a Dios sin usar la palabra “Dios”. Los más religiosos o creyentes suelen usar este tipo de expresiones sustitutas (“el Señor”, “el Santísimo”, etc.), mientras que todos -creyentes o no- pueden usar expresiones simples con la palabra Dios en cualquier momento. Además de la expresión “¡Dios mío!” (muy común para el temor o la sorpresa), es de uso generalizado la expresión “¡Por Dios!”, para expresar irritación o indignación, y “¡Por amor de Dios!” para expresar súplica o ruego.

La Trinidad en la lengua

En la tradición católica, Dios no es uno solo, sino una trinidad de tres personas (la Santísima Trinidad): el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cuando los católicos se sienten atemorizados o desean expresar una oración rápida para sentirse protegidos, suelen persignarse, o sea, dibujar una cruz imaginaria desde la frente, pasando por el pecho y culminando en ambos hombros, mientras murmuran o recitan “Por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, amén”. Este tipo de oración pequeña se usa en la misa, celebración regular de los creyentes católicos realizada en las iglesias o templos con presencia del sacerdote (el padre, el cura), o también fuera de la misa en ocasiones de sorpresa, desconcierto o temor. Persignarse sólo lo hacen los creyentes -los no creyentes nunca lo practican- y es muy característico de la cultura hispana católica. La creencia en la Santísima Trinidad lleva también al uso de múltiples expresiones varias: “¡La Santísima Trinidad!”, “¡Las Tres Divinas Personas!”, etc., expresiones que suelen manifestar sorpresa o temor también.

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